Las horas contigo pasaban volando
Érase una vez,
a las siete y cuarenta y tres,
cuando emprendimos un viaje en autobús,
sin saberlo ninguno,
para trazar mil kilómetros de palabras,
que devoré a cada instante.
Sin planearlo,
te sentaste a mi lado.
Y arrancó el viaje.
Me saludaste...
Me regalaste una canción,
e inventaste un mar de notas,
sobre las que saltaba,
para avanzar junto a ti.
No sé cómo lo hiciste,
pero manejaste las agujas del tiempo,
y me has dejado tatuados,
c...