Oct
Lo que realizo...
Clases personalizadas
Herramientas Digitales
Ilustración y collage
Cuentos personalizados
Últimos post
Oct
Oct
Hacia dónde vamos
Oct
Hoy te vi caer…
Sep
El eucalipto perfecto
Cómo es posible que no lo hubiese visto.
Que me dejara atrapar,
por tus viejos trucos, ya conocidos.
Por tus palabras de artificio
que explotaban hermosas en el aire,
y quedaban suspendidas en el suspiro,
hasta la siguiente función.
Para qué haber empezado lo que nunca debió empezar. Porque el tiempo destinado, nunca serviría de nada, donde todo es tan irreal como ilusionado, tan virtual como la ausencia de realidad.
Al final creo que tan sólo me acostumbraste, como la niña que arrullan con una nana que la calme, con tus versos embaucadores, donde todo era poesía sin significado.
A veces me pregunto de dónde apareciste tan de repente. Pero todas las preguntas carecen de sentido, cuando todas las respuestas, se reducen a un no.
Ahora la historia cambia. Ya me sé el juego. Ya no quiero ser marioneta. Ni ser manejada por presencias y ausencias. Ni a estar a tu disposición sólo cuando quieras. Ni acostumbrarme a tus preguntas sin respuestas. No quiero dejar de reconocerme cuando me miro en el espejo.
Ha sido un sobresfuerzo, luchar contra ti y contra mí misma. Pero me levanté. Y a pesar del dolor... Ya no te necesito. Ya no dependo. Ya no te extraño. Ya no te deseo. Ya no te lamento. Ya no te quiero.
Comprendí que nunca me quisiste. Y nunca apostaste por mi. Empecé a ver con mis propios ojos que tú cegaste. Y de verdad. Y ahora que te veo bien... Tampoco eras pa'tanto. Ilustración disponible en print, camiseta, libreta y otros soportes contacto@bernaltrivino.comDime, mi vida...
Hacia dónde vamos.
Hacia dónde nos dirigimos.
Si nuestros rumbos son distintos.
Si cada día me pregunto para qué sentir este sinsentido que siento, tan hueco, tan sordo, tan absurdo.
Dime, mi vida, qué nos hacemos. Y qué hacemos con esto que construiste, tan etéreo, tan vaporoso, que a veces sospecho que no tenga nada de verdad.
¿Qué espero? ¿A quién espero? ¿Qué esperas? ¿A quién esperas? ¿Para qué sirve dedicarnos todo este tiempo?
Ya no respondo a tus preguntas, porque no quiero más lamentos. Lo haría si al menos sirvieran para encontrar un destino común. ¿Me comprendes?Si me es más fácil acariciar un árbol que acariciarte a ti. Si tengo más opciones de que me despierte el canto de un pájaro que tu voz. Si es más probable que comparta una cena con un desconocido que contigo. Si incluso pienso que me has buscado en lo más lejos del mundo para evitar encontrarme.
No vivimos en esas leyendas chinas. Ni vendrán las aves a crear un puente que crucemos los dos. La brújula sólo da dos direcciones. Estoy cansada de dar vueltas hacia ninguna parte. Y si tú no estás, quiero encontrar mi propio destino. Pero, por última vez... Dime, mi vida, hacia dónde vamos. Porque yo... ya me he perdido.
En un verano sin agua ni aire, llegaste como un manantial. Yo tomé todo por real, sin ser advertida de la verdad. Pero todo pasa. Y el tiempo llega... como los hechos, mientras las palabras vuelan.
Como hoy volaste tú...
Hoy te vi caer desde mi altura. Como el resto de las hojas del otoño. Yo intuía que eras caduco... por muchas promesas que me hicieras de que no serías como los demás, y de que te convertirías en el único perenne.Hoy te vi caer desde mis altura. Y el instinto me hizo ir a recogerte. Quizás por eso mis manos son ramas, inamovibles, para que no cometiese el error de retenerte e intentar cambiar lo que no se puede.
Hoy te vi en el suelo, junto a mi tronco. Como si te despidieras. Y aprovechaste la primera brisa, para volar, hacia tu decisión. Donde yo no formo parte. Supongo que si apareciste tuvo que ser por alguna razón. Pero te has marchado sin decirme cuál. Ojalá viniese un vendaval, y arrancara la rama de la que brotaste, como único remedio para olvidarte.Y aun así sería imposible, porque te sentí hasta lo más profundo de mis raíces. Las mismas que se extienden y ahora te buscan bajo la tierra, a golpes ciegos y zancadas, intentando alcanzarte, donde tú estés.
Pero no tiene sentido, porque no las esperas. Como yo nunca esperé una hoja como tú. Como en verdad, nunca me esperaste, y sólo fui una estación de paso en tu verano. Por eso nunca me querías contar el cuento hasta el final. Porque en la última página estaba la verdad: que te ibas con la llegada del otoño, que ocultaste y mentiste desde el principio y que jamás ibas a volver. Ilustración disponible en print, agenda, libreta y otros soportes contacto@bernaltrivino.comCuando estaba perdida en lo desconocido, entre manos huesudas que me atrapaban, sombras que sobrevolaban, aullidos de hambrientos, polvo y tierra, lunas devoradas por el negro cielo, y estrellas como piedras de fuego... Llegaste tú... Y retiraste mis lágrimas con tus besos.
Me serenaste. Separaste las tinieblas. Soplaste a las nubes, para que ascendieran hacia el cielo. Trazaste un nuevo camino. Aportaste el aire y el oxígeno. Y comenzó a entrar la luz, para hacerme sonreír, y derribar mis miedos.
Comprobé que las manos eran ramas. Las sombras, aves aladas. Los aullidos, canto de grillos. Convertiste el polvo en árboles y flores. Y me acercaste las estrellas a la tierra, para luego volar como luciérnagas.Cuando me giré, ya no estabas. Pero estabas. Como la luna nueva. En cada una de mis decisiones. Entre las hojas que marcaban las estaciones. En las batallas contra mis monstruos. En tus susurros de viento. En el aire que me rodea... y te siento.
Te convertiste, en el primer pensamiento de la mañana, en el último pensamiento de la noche. Cada día preguntaba por ti, a todos los árboles, flores y animales. Hasta que un día te encontré. Y me quedé. Y me quedo. Y me quedaría. Todos mis segundos. Todos mis minutos. Todos mis días. Agarrada a ti. Como si fueras el tronco del árbol que me da la vida. Como una simple koala, que habría encontrado, su eucalipto perfecto. Ilustración disponible en print, camiseta, libreta y otros soportes contacto@bernaltrivino.com